La gente es LO PEOR
Hasta los años 80, las ciudades de provincias se nutrían básicamente de dos filones aparentemente inagotables, el dinero y los cotilleos. Tras esa década infernal, las ciudades de provincias se hicieron adultas: se quedaron con el dinero y mandaron los cotilleos a hacer gárgaras. O sea, la cama interesaba bastante menos que la cuenta corriente. A mediados de los 90, se invirtió la tendencia y la cama volvió a cobrar un moderado protagonismo. Hoy, tengo la sensación de que en provincias vuelve a interesar el dinero por encima de la cama. Literalmente. Me imagino una cama cubierta por una colcha de euros y, a sus pies, una mujer asesinadita, esperando que alguien hable de ella. Aunque sea bien.Pues, en cierto modo, eso es también lo que pasa hoy con toda esta verborrea tardoadolescente de los blogs, los diarios et al. Este tipo de narcisismo es del peor gusto, es de hecho francamente nauseabundo, pero al final no puede uno dejar de mirar la víscera o el cadáver de la mujer asesinadita sin sentir un escalofrío de placer. La gente, por regla general, ofrece siempre lo peor de sí misma: su peor perfil, su peor voz y su peor actitud. Es un rasgo muy mediterráneo y muy católico: uno exhibe sus llagas con la vaga esperanza de que llegue una santa tipo Margarita María de Alacoque a limpiarlas con la lengua; luego resulta que quien llega es Santo Tomás y hurga en tus miserias con sal y limón como si fuesen un tequila. Vivimos en una sociedad que valora más al pecador que al martir. Afortunadamente.
En fin, todo esto viene a cuento de un libro de James Purdy que trata el tema de los chismorreos y de vidas exiguas en habitaciones exiguas. Y viene a cuento también de lo que comentaba mi amigo R.: la gente ya no te saluda antes de insultarte, directamente te escupe. Porque la gente es así: superespontanea. Y superordinaria.
2 Comments:
¿Es usted tan majadero como parace? Qué bobada... Pues claro que sí.
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