Sunday, September 17, 2006

La gente es SENTIMENTAL*

La gente no debería besarse en público. Es de mal gusto. La gente no debería acariciarse ni tocarse en público —no me gusta que me toquen—; en general, la gente no debería sentir o, al menos, debería sentir de manera más o menos íntima, más o menos privada, más o menos oclusiva. La gente cree que hay que sentir, sentir, sentir. El sentimentalismo es obsceno; toda esa exhibición de emociones de saldo, emociones primitivas tan planas como céntimos por los que ha pasado un tren a toda velocidad, es repugnante. Cualquier persona mínimamente pudorosa —aunque bien sé que pudor y decoro son dos virtudes en franca decadencia— es consciente de que no hay que sentir más, sentir a toda costa. HAY QUE SENTIR MENOS.

En el siglo XIX existían las inhibiciones, pero llegó Freud y se empeñó en descubrir el velo del templo, en correrlo de un manotazo. Lo desgarró de parte a parte y el resultado es esto. Esta hoguera de los sentimientos en la que los corazones arden, sin consumirse, por arte de magia. Al menos, la zarza que arde y no se consumía era divina. Esos corazones que arden y no se consumen son sólo la pálida imagen de sus pálidos jinetes, una pálida imagen de un sueño igualmente pálido, insustancial. Los edecanes del sentimentalismo deberían arder en sus propias fogatas. Y consumirse hasta que no queden de ellos más que un puñado muy, muy pequeño de cenizas.

Los sentimientos son el enemigo. Las emociones son el enemigo. Y al enemigo, ni agua.

* Y que lo digas: Sensual, Emotiva, Nauseabunda, Timorata (cuando no hay que serlo), Indigna, Mentirosa, Exhibicionista, Nimia, Tacaña (consigo misma: la peor clase de codicia), Aduladora & Lianta.

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